Las Islas Malvinas son uno de los últimos exponentes del colonialismo del siglo XVIII en pleno siglo XXI. Sistema que avergüenza a cualquier hombre libre, pero que aún enorgullece a quienes mantienen esos pocos enclaves, en cualquier parte a cualquier costo. Seguramente de no haber sido por la loca aventura de un “majestuoso” general borracho, que no dudó en hacer la guerra con tal de apuntalar su agrietada dictadura, a esta altura del partido, nuestra bandera estaría ondeando allí. Seguro, si no le hubiera dado la oportunidad a esa horrible mujer llamada Margarita de traer al presente su antiguo mundo de cañones, corsarios y uniformes desteñidos. Y hubo guerra. Y perdimos. Y la colonia inglesa en Malvinas sigue en pie. Y los vencedores, junto a sus aliados, construyeron allá la mayor base militar en el Atlántico Sur.

Frente a esa inmensa solidez de acero y concreto. Desde la precaria fragilidad de sus prácticas, algunos artistas (dos soldados excombatientes, la novia del soldado, un amigo del soldado, otro soldado, algunos otros, bebes y nenas de la época, otros que no habían nacido aún), ofrecen sus trabajos a modo de homenaje, memoria y plegaria para darle una oportunidad a la paz y a la vida. Reflexiones diversas, eclécticas y plurales, coinciden en una fuerte pulsión vital.

Artistas
Sergio Avello – César Belcic – Azul Blaseotto – Anahí Cáceres – Julio Flores – Rosana Fuertes – Miguel Harte – Marcela Martinica – Carlos Molina – Eduardo Molinari – Juan Moreiras – Daniel Ontiveros – Gabriel Serulnicoff – Claudia Valente.